martes, 30 de octubre de 2012

El Corruco de Algeciras, ¿fandanguero?


Con José Ruiz Arroyo ha sucedido como con tantos otros artistas a los que con suma ligereza se les ha etiquetado de una manera simplista, no tanto porque dominaran una sola faceta del cante, sino porque el conocimiento de determinados aficionados no da para más: ¿para qué intentar comprender a fondo a un cantaor que realmente no me interesa con lo sencillo que es etiquetarlo? Pues eso mismo le ocurrió a este extraordinario artista: que si virtuoso del fandanguillo, que si otro hijo de la ópera flamenca.... Lo que viene después es conocido: se instala un (falso) concepto en el ideario flamenco, se repite convenientemente, y vamos que nos vamos.

El Corruco fue un raro caso entre los artistas de su generación, puesto que sus maneras cantaoras se prodigaron muy poco: cante llorado, poco dado al efectismo, más proclive al recogimiento que a la interpretación expansiva. En definitiva, cante no apto para todos los públicos, a pesar de que contara con una legión de seguidores en su época.

Retomando la idea inicial, aunque su obra discográfica en Odeon, Parlophon y Gramófono está plagada de fandangos (recordemos, fue realizada en los primeros años 30, pleno apogeo del fandango personal), en ella encontramos pruebas inequívocas de que estamos frente a un cantaor de amplio repertorio (seguiriyas, soleares, tarantas, malagueñas, campanilleros, media granaína...). Y lo que es más importante: como todo cantaor con un algo especial, haga lo que haga, con aciertos y errores, siempre que le escuchemos estaremos ante la incertidumbre de la creación constante.

Su malagueña recoge ecos de la mejor escuela de Enrique el Mellizo, haciendo una interpretación depuradísima, totalmente ajena a la grandilocuencia con la que esta malagueña se practica hoy:

Guitarra: Manitas de Plata

Recuerdo lo que me dijo en una ocasión mi amigo Flores el Gaditano, ante la atenta mirada de Canela de San Roque y su hijo José, que la gente hoy en día estaba confundida con la Malagueña del Mellizo, la alargaban innecesariamente, se convertía en un cante desprovisto de emoción, casi soporífero, cuando lo que había que hacer era justo lo contrario: condensarla. Con su exquisito paladar, Flores señalaba (de manera figurada) que había que cantarla llorando, hacia dentro. Eso mismo es lo que hacía el de La Atunara.

En las soleares, fundamentalmente dejó muestras del legado del Mellizo y Paquirri. Entre las grabaciones que contienen el estilo del primero, me detengo en unas soleares donde El Corruco desarrolla una idea muy interesante, apreciable en la manera de acometer el primer tercio, apartándose de la versión más extendida del estilo del gaditano:

Guitarra: Manolo de Badajoz

Sus campanilleros son una de sus composiciones más logradas, siguiendo la estela de Manuel Torres, enriquece la obra del jerezano incorporándole matices que denotan una arraigada personalidad: la forma de parar el tiempo, sus quiebros de voz tan naturales y el sentimiento con el que acomete cada tercio dan como resultado una versión preñada de flamenquería:

Guitarra: Manolo de Badajoz

Y para terminar con este somero repaso a su obra discográfica, uno de sus geniales fandangos:

Guitarra: Manolo de Badajoz

En el tintero quedaron otras (re) creaciones suyas como el fandango del Gloria (acariciando el dinero), la seguiriya, su taranta (qué bonito es el dinero)... o su desgarradora versión de Paquirri (no doy mi brazo a torcer), germen de uno de los cantes más representativos de Fernanda de Utrera, con varias décadas de antelación.

En definitiva, no es exagerado decir que El Corruco de Algeciras ha sido uno de los mejores cantaores del Campo de Gibraltar, tierra de excelentes artistas. Y lo fue por muy distintos motivos, tanto por haber forjado un estilo propio a la hora de acometer sus fandangos, el haber extendido esa personalidad al resto de cantes que interpretó, y sobre todo, por las características inherentes a su cante: intimismo sin alharacas, agudos acompañados de silencios secos, fraseos de bellísima musicalidad, quiebros sin concesión alguna al efectismo... y todo esto en veintiocho años de vida.

Artista imperfecto, sí, pero con ángel.

viernes, 26 de octubre de 2012

Adiós a José Blas Vega

Foto: Paco Sánchez

Como bien conoce la afición flamenca, el miércoles a primeras horas de la tarde falleció en Madrid José Blas Vega, a los 70 años de edad. Hace unas horas estuve en el Tanatorio San Isidro de Madrid para acompañar a su mujer (María Teresa) y sus hijos (María José y José Manuel), junto al resto de su familia y amigos.

Su labor en torno al flamenco es prácticamente inabarcable: investigador, conferenciante, escritor, productor, librero... y lo más importante: en cada una de estas facetas alcanzó las más altas cotas que se puedan aspirar.

En una época en la que gran parte de la flamencología se dedicó a discutir sobre el sexo de los ángeles, Pepe se adentró en los vericuetos del cante para intentar comprender mejor este arte que tanto le apasionaba. Desde muy joven trabó amistad con cantaores muy representativos de la época anterior y que le sirvieron para conocer mejor las escuelas, estilos y formas que se practicaban desde mediados del XIX hasta bien entrado el siglo XX (esa Edad de Oro). Pero su labor no se redujo a ser un mero transmisor de testimonios, sino que con espíritu curioso y un instinto depuradísimo, consiguió desentrañar la madeja de cantes mediante conversaciones directas con los artistas. Baste como ejemplo los diálogos que mantuvo con Aurelio en el Atlántico de la capital gaditana y esa manera (tan impropia en cuanto a conocimientos para un veinteañero) de interpelarle con el único objetivo de hallar respuestas a sus inquietudes. 

En cuanto a su labor de escritor, uno de sus muchos logros es que marcó un camino a seguir para todos aquellos investigadores interesados en el despreciado mundo de la biografía. Aunque hubo algún precedente digno de elogio, en Vida y Cante de Don Antonio Chacón (de todos sus libros, su preferido) no nos encontramos una sucesión de anécdotas o sucesos más o menos hilvanados, sino que descubrimos una obra compacta: interpretó al personaje en el contexto de su época, repasó su vida artística, analizó su obra discográfica, adjuntó un corpus fotográfico relevante y para terminar, repasó los juicios emitidos por diferentes personalidades en torno a la figura del biografiado. Parece sencillo, pero no lo es.

Respecto a su labor de productor discográfico al frente de Hispavox, y analizándola con la perspectiva de los años transcurridos, fue muy exitosa, no sólo por la nómina de artistas que pasaron por los estudios, sino por el tipo de producciones que se llevaron a cabo. Desde antologías con afán didáctico (la Magna, la de Matrona...), pasando por los discos de cantaores más o menos emergentes (¡aquellos dos primeros discos de Morente!, Terremoto de Jerez, Gabriel Moreno...) o veteranos (Aurelio, Bernardo, Matrona...) y para terminar por el concepto de grabación desarrollado en el Canta Jerez, cuya fórmula casi perfecta me explicó al detalle a través de los años.

Esta última vertiente tuvo una etapa final en la que rescató (junto al desaparecido Pedro Vaquero y Fernando Casas) numerosas grabaciones de discos de pizarra o 78 rpm en la madrileña casa Sonifolk, con el compromiso de la máxima calidad, reuniendo en pocos años una nómina de artistas impresionante: Antonio Chacón, Manuel Torres, Juanito Mojama, Manuel Escacena, El Cojo de Málaga, Garrido de Jerez, José Cepero, Manuel Vallejo, Ramón Montoya, La Niña de los Peines, etc. Así mismo realizó algunas trabajos en colaboración con El Flamenco Vive, líderes en su género.

Como profesional del libro antiguo, logró establecer un negocio en el barrio de las letras, la Librería del Prado, el cual ha sido durante décadas referente en cuanto a la calidad de su fondo y el profundo conocimiento de la materia. Labor que sin ninguna duda, seguirán desempeñando sus hijos en el futuro con la misma profesionalidad y eficacia que han desarrollado hasta ahora.

Antes de terminar, quiero hablar de su faceta de aficionado. Desde que siendo chaval acudía al Price de la Plaza del Rey desde la vecina calle Pelayo (donde nació) para escuchar a los cantaores del momento, hasta la última vez que acudió a la peña cuya programación dirijo para ver a Canela de San Roque, su trayectoria ha sido irreprochable puesto que siempre cultivó su afición sin dejarse llevar por filias y fobias. Con su gusto particular, supo encontrar los valores propios de cada cantaor... siempre que tuvieran su propia personalidad, algo no tan frecuente como se piensa hoy en día.

Pendiente quedó su obra en torno a Caracol, en la que trabajó intensamente los últimos años. Bromeábamos a veces en torno a la dispersa discografía del genio sevillano, y lo complicado que resultaba ordenarla, así como de la calidad de algunos cantes que le iba proporcionando.


(...) ¡Qué impresionante y emotivo resulta oír a Chacón con su voz natural, y a veces grave, desarrollar esta melodía! Nos fijamos en la impetuosidad con que arrastra los tercios, con una grandeza sin arrebatos pero de gran dificultad (...)

Hasta siempre.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Un inédito Paco el de Lucena


Francisco José de Jesús Díaz Fernández, conocido como Paco el Lentejo en sus inicios, y Paco el de Lucena a lo largo de toda su carrera artística, fue sin duda una de la figuras fundamentales de la guitarra flamenca en el siglo XIX. A su sólida formación como guitarrista clásico se le unía una evidente vocación por lo flamenco.

Con apenas veinte años se le anuncia por Madrid en el Teatro de la Bolsa:

La Iberia, 30 de septiembre de 1879

Unos años más tarde eran frecuentes sus actuaciones madrileñas junto a Juan Breva:

El Liberal, 17 de diciembre de 1892

Así como con otras destacadas figuras del cante de finales del siglo XIX como Antonio Chacón, Rita la Cantaora, Fosforito, Revuelta, etc.

Apenas un año después colabora en el beneficio al guitarrista Juan Manuel Rodríguez que se llevó a cabo en el Liceo Rius, en el cual participó su hija Salud Rodríguez, reconocida bailaora:

El Imparcial, 9 de mayo de 1894

En 1897 lo volvemos a encontrar en los escenarios madrileños por similares motivos, pero esta vez el homenajeado era él, veamos:

El Imparcial, 25 de febrero de 1897

Entre medias de sendos homenajes, nuestro artista estuvo en París, en la sala Erard:

La Correspondencia de España, 25 de febrero de 1895

Ya sabemos algo más de lo que el maestro interpretaba en sus actuaciones: soleares, tangos, panaderos, guajiras... Lamentablemente, muy poco nos ha llegado del legado de Paco el de Lucena, conocemos parte de su repertorio más habitual, se transcribieron apenas unas falsetas por soleá, pero no sabemos con exactitud todo lo que tocaba y sobre todo, cómo lo tocaba.

Para finalizar con un regusto dulce, quiero dar a conocer una pieza suya que ha permanecido en el silencio más absoluto a lo largo de casi 85 años. 

Rondalla Usandizaga (AMVA Alagón)

La Rondalla Usandizaga ha sido una de las agrupaciones de pulso y púa más reconocidas a nivel mundial, a pesar de que a día de hoy, muy pocos la recuerden. Fueron frecuentes sus giras por todo el mundo, así como abundante su producción discográfica, centrada básicamente en los aires nacionales: zambras, jotas, farrucas, pasodobles, bulerías... pero también chotis, pasacalles...

A primeros de los años 90 cayó en mis manos un disco interpretado por esta agrupación, en el que por una cara grabaron un pasodoble titulado Olé las mujeres, de Modesto Romero. Aún recuerdo la cara de sorpresa que se me quedó cuando le dí la vuelta:


Ahí estaba, un bolero atribuído nada menos que a nuestro Paco el de Lucena, grabado el 11 de enero de 1928 en un disco Edison. Con toda probabilidad es la única referencia grabada en el periodo del fonógrafo y el gramófono en la que se le menciona como autor de la misma.

La pieza, de un espléndido virtuosismo, emociona a la primera:


(Quien desee adentrarse en la vida y obra de este extraordinario guitarrista, recomiendo encarecidamente los diferentes trabajos realizados por Eusebio Rioja).

domingo, 21 de octubre de 2012

Rafael de Penagos a 78 rpm (III)


Una buena alternativa a estas tardes lluviosas de otoño o invierno es, sin duda, una sesión "pizarrera"...

domingo, 14 de octubre de 2012

Mañana de Rastro...




El Rastro de Madrid. Diego González Ragel.

Quien frecuenta el Rastro (casi) todos los domingos por la mañana, como es mi caso, sabe que las posibilidades de encontrar aquello que más le interesa es bastante remota, sobre todo si se lleva coleccionando varias décadas un género muy concreto. No obstante, es la excusa perfecta para dar un paseo, hablar con los amigos, observar a un público variopinto, y en definitiva, cumplir con un rito que llevo realizando desde que tengo uso de razón, si es que alguna vez la tuve.

Eso sí, siempre con un puntito de ilusión, como si a uno le estuviera esperando en una calle cualquiera un cilindro de Enrique el Mellizo...

jueves, 4 de octubre de 2012

Cante(s) Hondo(s), de Joaquín Araújo Ruano

Joaquín Araújo Ruano, fue un reconocido pintor nacido en Ciudad Real en 1851 y fallecido en Madrid en 1894. Podemos verle en tres momentos de su corta vida:

Ignacio Suárez Llanos. Museo Casa Natal de Jovellanos

Giovanni Boldini. Museo Giovanni Boldini

Cilla. Madrid Cómico

Para la causa flamenca, su figura es muy relevante puesto que parte de su obra giró en torno a nuestra música, por ejemplo:

La guitarra es un suspiro

Pero sin duda alguna, su obra cumbre fue la conocida como Cante Hondo, dibujo publicado en La Ilustración Española y Americana el 22 de octubre de 1885:


Apareció acompañado de un texto de Eduardo de Palacio, del cual destaco este extracto:


Desde ese momento, la obra (de una calidad irreprochable) se convirtió en un icono flamenco de primer orden, reproduciéndose en innumerables trabajos como imagen mitificada del flamenco más primigenio. Lo mismo se empleaba para una antología de discos:


Que para anunciar un famoso tablao madrileño:


En lo que no se ha reparado lo suficiente a lo largo de la historia es en las distintas versiones existentes de dicho dibujo, no hace falta tener mucha agudeza visual para advertir que la versión aparecida en La Ilustración Española y Americana tiene diferencias con respecto a las otras dos (las cuerdas del clavijero, la baraja de cartas, etc).

Lo más relevante es que Araújo realizó una versión de más fuste, en concreto una acuarela, de una belleza extraordinaria, la cual ha pasado desapercibida a lo largo de casi 130 años:

Cante Hondo. Joaquín Araújo Ruano. Colección Carlos Martín Ballester

Que como no podía ser de otra forma, tiene diferencias con respecto a las versiones anteriores...