domingo, 20 de julio de 2014

Carlos Martín Peñalva, anónimo aficionado

Un día como hoy, del año 1984, camino de Almería perdía la vida a lomos de su motocicleta uno de tantos aficionados anónimos, a los 42 años de edad. Se llamaba Carlos Martín Peñalva.


Nacido en 1942, era el hijo único del matrimonio formado por Armando Martín Martín y Pilar Peñalva Pingarrón. Su padre, tras participar en el bando republicano en la Guerra Civil, fundó una fábrica de camas y mobiliario de estructuras metálicas (sillones de peluquería, fundamentalmente), en el barrio de Argüelles. En sus ratos libres, Armando frecuentaba los ambientes flamencos de la capital, tanto en colmaos, bares, tablaos...


... como en las ventas de las afueras, tan características en el Madrid de los años 40, 50 y 60...


El caso es que al joven Carlitos le llamaba el mundo del deporte, y el fútbol por encima de todas cosas. Pasó de jugar en las calles con los chavales del barrio, a equipos de cierta entidad: C.D. San Cristóbal (1957-1958), U.D. Girod (1959-1960), Torrijos (1961-1962)...


... pasando por el Real Madrid C.F. (1962-1963), C.D. San Fermín (1963-1964), Real Ávila (1965-1966), A.R. Aviaco (1968-1969), etc.


Apuntaba maneras como delantero, pero una grave lesión de rodilla le apartó definitivamente de la práctica del fútbol a nivel profesional. Quizás porque su vocación deportiva era irrefrenable, reconvirtió el negocio familiar en una fábrica especializada en aparatos de gimnasia, concretamente de halterofilia, disciplina poco desarrollada a finales de los años 60. La marca Carge suministró su material durante muchos años a innumerables gimnasios y particulares de toda España.


Mientras tanto, la vertiente flamenca de su padre seguía viva. El Madrid flamenco había experimentado ya la sacudida del fenómeno Caracol, a quien le unía una estrecha amistad. Fueron frecuentes las noches en que se le perdía la pista y había que salir en busca del flamenco.


La afición flamenca de Carlos, por el contrario, mucho más reposada, se encaminaba por aquellos artistas jóvenes que pujaban por hacerse un hueco en el escalafón. Entre ellos, José Menese despuntaba por aquellos años, de la mano de Francisco Moreno Galván. El propio pintor tenía un estudio en la calle Andrés Mellado, la misma en la que vivía Carlos con su familia, por lo que comenzó a frecuentar algunas de las tertulias que allí se formaban...


Durante los años 70 y primeros 80, su afición discurrió dentro de unos cauces apacibles: comprando los discos que iban saliendo al mercado (hubo una época en la que se compraban, en serio), y acudiendo de tarde en tarde a algún concierto...

P.S. Tras un año en barbecho, hoy retomo este abandonado blog. Entre otras muchas obligaciones, el Círculo Flamenco de Madrid ha demandado más tiempo del que pensaba.

2 comentarios:

  1. Bien hallado, Carlos. Eras el "niño perdido" que apareciste en el Círculo Flamenco de Madrid. Esperamos tus novedades. Un abrazo

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