Hoy comienza en Rivas Vaciamadrid el festival "Rivas con Duende", el cual recomiendo por su excelente programación.
Y mañana está prevista la presentación del libro "La correspondencia de Sabicas" de José Manuel Gamboa y Ediciones El Flamenco Vive.
Libro que trae consigo un CD con las primeras grabaciones como solista del genio pamplonés (antes de partir para América), las cuales cedí desinteresadamente, y de las que extraigo esta soleá grabada en 1931 en el sello Parlophon:
El adagio, tantas veces repetido, de que para cantar se necesitan tres cualidades fundamentales: "voz, voz y voz", se puso en boca de Antonio Chacón, al igual que se ha atribuido a compositores como Verdi o Rossini. Hay quien lo interpreta como que lo que se necesita es un torrente de voz, y nada más lejos de la realidad. A lo que se refiere, y así lo he entendido siempre, es que se precisa un timbre vocal de una rica variedad cromática, un color de voz diferenciado, un registro amplio, con matices, y una técnica depurada, por citar algunas características.
En el flamenco, además, se incorporan una serie de matices y particularidades, gracias a las cuales, voces objetivamente menos privilegiadas, pueden alcanzar cotas artísticas muy elevadas. Me vienen a la cabeza Antonio El Chaqueta o El Borrico, dos cantaores a los que venero.
¿Pero qué sucede cuando se unen unas condiciones vocales sobresalientes con un carácter flamenco de primer rango? Pues que surgen estrellas como La Perla, por ejemplo.
En otros campos musicales, más o menos alejados del flamenco, existen ciertas voces que por su calidad y ciertas inflexiones, automáticamente me hacen cuestionar -absurdamente- cómo hubieran sonado de haber interpretado nuestro género... y lo que es más importante... cómo lo hubieran hecho de haber nacido en un hábitat flamenco en el que el cante fuera el lenguaje común.
Un ejemplo de esto es Obdulia Álvarez La Busdonga, bajo mi criterio, la mejor intérprete de aires asturianos. ¿Se lo imaginan?
Como coleccionista, y sobre todo, como aficionado a la música en general y al flamenco en particular, uno de los momentos más estimulantes es cuando comienzo a ordenar y catalogar una nueva colección de cilindros de fonógrafo. Dependiendo del modelo de caja que se empleaba, algunos cilindros de cera venían recubiertos con una gruesa capa de algodón, algo que los protegía de los golpes, pero que a la larga, y combinado con la humedad, desencadenaría unas consecuencias muy negativas: la presencia de moho.
El estudio y disfrute de la discografía de La Niña de los Peines debería ser fundamental para todo aficionado, y más aún, para los profesionales, tanto por su calidad interpretativa, como por la variedad de cantes, estilos y guitarristas. Un detalle importante, además, es que su obra grabada la llevó a cabo a lo largo de más de cuatro décadas, por lo que a través de ella podemos percibir la evolución de las formas cantaoras: desde la Pastora enérgica y juvenil de sus primeras placas con Ramón Montoya en Zonophone, hasta sus soberbias grabaciones de 1950 en La Voz de su Amo con Melchor de Marchena, plenas de sensibilidad, equilibrio y conocimiento.
Pese a la importancia de su obra, sorprende la cantidad de inexactitudes que se han vertido en numerosos artículos, libros, reediciones discográficas, etc. Sin entrar al detalle de quién y cuándo lo dijo, ya que no está en mi ánimo enmendarle la plana a nadie, dos de las afirmaciones más repetidas han sido que ella inauguró el disco de doble cara y que tiene la discografía más extensa. Pues ni una ni otra. Los discos bifaciales de música flamenca aparecieron bastante antes en sellos como Odeon, Homophon, Homokord, Favorite... en los que grabaron artistas como Paca Aguilera, El Mochuelo, Encarnación La Rubia, el Niño de Triana, Amalio Cuenca o Ginés Sánchez. En cuanto al tamaño de su discografía, hay varias mayores, por poner un par de ejemplos, la de El Mochuelo o Angelillo.
Al hilo de esta cuestión, hay que puntualizar que tampoco es verdad que su discografía original (la que se puso a la venta) conste de 258 registros. En la serie de 1917 para la casa Odeon realizó dos alegrías con Currito de la Jeroma, de las cuales solo una de ellas ha sido contabilizada oficialmente, tanto por su biógrafos, como cuando se editó la "integral" de sus grabaciones. El motivo es sencillo: aunque con distinto código de matriz, apareció con el mismo número de catálogo, de ahí que pasara desapercibido. Éstas son las alegrías oficiales...
En esta versión, difundida bajo el amparo de la Junta de Andalucía en 2004, interpreta las letras "Yo le di un duro al barquero", "Por apellido Rosa" y "Que por tu ventana sale".
Por otro lado, las otras alegrías registradas con Currito de la Jeroma aparecieron en este otro disco. Parece el mismo, pero no lo es...
Como puede advertirse, las letras en este caso son: "Yo le di un duro al barquero", "Que por tu ventana sale" y "A dibujar esa rosa".
¿Que ha sucedido para que este audio de Pastora haya pasado sin pena ni gloria a lo largo de las décadas? Muy fácil: las dos alegrías se prensaron con el mismo número de catálogo (13364) y matriz (SO 1637), la diferencia estaba en que las alegrías que se difundieron eran una segunda toma (SO 1637-2):
... mientras que la que ha permanecido inédita salió a la venta como toma seca, es decir, la primera (SO 1637):
Un detalle menor a primera vista, pero que encierra una interpretación diferente de esta cantaora incomparable, con variación en la letra incluida. Otro ejemplo más de lo complejo que resulta el estudio de la discografía flamenca antigua, si no se cuenta con todas las herramientas necesarias: por un lado, un fondo de grabaciones exhaustivo; por otro, la documentación de las casas discográficas; y finalmente, los conocimientos para interpretar toda esa información.